En julio de 2013 el Presidente de Monsanto para Europa, José Manuel Madero, anunciaba el abandono del negocio de semillas genéticamente modificadas en la región. Monsanto retiraba todas sus peticiones pendientes de aprobación para cultivar nuevas semillas transgénicas en Europa. De esta forma, el mayor fabricante mundial de semillas transgénicas, sólo contaría en Europa con sus negocios convencionales de semillas y protección de cultivos. Según algunos medios de comunicación, la decisión era lógica y debida a la larga resistencia de muchos países de la UE a autorizar este tipo de cultivo. Era un reconocimiento también de que esta resistencia no iba a cambiar a corto ni medio plazo. La Unión Europea (UE) no había aprobado ningún cultivo genéticamente modificado desde 1998. Organizaciones ecologistas, como Greenpeace, airearon la decisión de la empresa como una gran noticia y un logro para sus objetivos de erradicación de los cultivos transgénicos a nivel global.
En julio de 2013 la UE sólo tenía autorizados dos transgénicos para ser cultivados en su territorio: el maíz MON810 de Monsanto y la patata Amflora de BASF. No obstante, medio centenar de OGM (organismos genéticamente modificados) ya contaban con autorización para poder ser empleados en alimentación animal y humana. Estos productos, en su gran mayoría, eran importados de otros países, al no poder ser cultivados en Europa.
A su vez, el mundo, y especialmente el sector agrario, se enfrentaba al gran reto de producir alimentos suficientes para alimentar a la población mundial. Las proyecciones sobre población mundial indicaban que ésta rebasaría los 9.100 millones de personas en 2050 (desde los 7,1 de 2013). Diversos estudios estimaban que para poder alimentar a esta población, la producción de alimentos mundial debería aumentar entre un 60% y un 110% entre 2013 y 2050. Sin embargo, los incrementos de producción que se estaban alcanzando en los últimos años quedaban muy lejos de alcanzar ese objetivo .
El cultivo de transgénicos seguía creciendo sin parar en muchos países del mundo, a pesar de la oposición en muchas otras partes del mundo. ¿En qué medida era esta tecnología una de las herramientas claves para salvar los problemas de alimentación en el mundo? ¿Cómo afectaría su rechazo a los agricultores y consumidores de aquellos países que no autorizasen su cultivo? ¿Y a los consumidores?