Esta famosa frase de los primeros compases de la Verbena de la Paloma, zarzuela de Tomás Bretón y Ricardo de la Vega estrenada en 1894, es, si cabe, más actual que nunca. Eso sí, de forma digital y acelerada.
Actualmente es difícil mantener una conversación sobre el mundo empresarial sin que aparezca una referencia inmediata a la Transformación Digital o a la Digitalización del mundo de los negocios. Parece una epidemia o paradigma, dicho de forma más positiva, que nos afecta a todos. Está claro, no es posible ni parar ni eludir esta tendencia. Por tanto más vale que nos adaptemos a las “nuevas condiciones de trabajo” cuanto antes y aprendamos a convivir con soltura en el nuevo ecosistema, si no queremos perder posiciones.
Por otra parte, reconozcamos que esto de los cambios no es algo nuevo ni un descubrimiento de última hora. Puede que sean diferentes los actores, la tecnología, el ámbito de actuación y la velocidad del cambio, pero los cambios son algo de siempre y la actitud de las personas ante ellos también. Ciertamente los cambios de ahora son más complicados, más apremiantes y más difíciles, especialmente porque son los nuestros, los que nos afectan directamente, los que tenemos que asimilar nosotros, los que nos van a cambiar una vida que ya teníamos organizada sin ellos, pero también son los que nos van a dar oportunidades de hacer cosas nuevas y de hacer las mismas cosas mejor y con más facilidad y eficiencia.
Hace poco leía en un periódico de tirada nacional dos artículos entorno a los cambios propiciados por la tecnología.
Uno era de Manuel Velasco que relataba como en los años 20 del siglo pasado los automóviles empezaron a sustituir a los coches de caballos en el gremio del
taxi; la tensión y las protestas de los propietarios y trabajadores de los coches de caballos fue enorme pero el cambio se produjo, como era natural. El artículo contaba esa pugna de primeros del siglo XX comparándola con la actual entre los taxistas y los coches de alquiler. La transformación digital ha llegado al mundo del taxi y hace falta poca imaginación para intuir como acabará la historia de este conflicto. Releyendo el artículo me venía a la memoria la casi desaparición de Kodak porque se resistió a admitir las cámaras digitales tratando de salvaguardar un negocio de fotografías en papel. Está claro, la tecnología continuamente pone a nuestro alcance nuevos productos para satisfacer de forma más adecuada o mejor las necesidades de los clientes, de los consumidores, de la sociedad. ¿Se puede ir contra corriente?
El segundo artículo era de Carlos Rodríguez Braun, que contaba cómo ha ido cambiando, en los últimos 30 años, la forma en que los periodistas preparan y entregan sus trabajos en las redacciones de los periódicos para maquetarlos y hacerlos llegar a los lectores. De usar máquinas de escribir manuales y folios con márgenes marcados por el periódico, haciendo su entrega en mano en los locales de las rotativas, a los procesadores de texto y las comunicaciones por internet. Carlos concluye su artículo diciendo: que un periodista sigue “haciendo más o menos lo mismo, en otros medios y de otras maneras, pero más o menos lo mismo”. Personalmente añadiría que hacen poco más o menos lo mismo de manera más eficiente, más productiva, más segura y con menos esfuerzo. Si vamos suficientemente atrás en el tiempo, podemos imaginar que era muy difícil que un artículo periodístico escrito en Cuenca se pudiera publicar en Madrid en el periódico del día siguiente y muchos menos en tiempo real. Este artículo me hacía también recordar algo más cercano: la compra en el supermercado; marcar los productos con códigos de barra y equipar las líneas de salida de los supermercados con escáneres capaces de leer esos códigos ha permitido hacer la cuenta a pagar por los clientes de forma más eficiente, rápida y segura. Una cadena de hipermercados se resistió durante años a adoptar el escáner porque eran caros y porque formaban muy bien a sus cajeras para ser rápidas y no cometer errores, pero miremos alrededor lo que ha pasado. ¿De qué lado de los cambios queremos estar?
Casi todo esto es transformación digital: el cambio de moda y de futuro. La Transformación Digital entendida es la habilidad que puede tener cualquier empresa para adaptar sus productos, servicios, procesos y sobre todo su personal, al consumidor, y beneficiarse de las ventajas que el mundo digital ofrece, para mejorar en términos de eficiencia y resultados, y al mismo tiempo mejorar la calidad de vida de las personas.
Para las empresas, la Transformación Digital es la adaptación de las cadenas de valor de los distintos sectores de la economía a ese efecto disruptivo que empieza con el consumidor digital. Es la conexión integral de las distintas áreas de la economía y la manera en que los actores de cada sector se adaptarán a las nuevas condiciones que imperan:1.- Cambios en la sociedad y el consumidor por efecto de la digitalización. 2.- Digitalización de los procesos y la gestión empresarial. 3.- Cambio en las reglas de juego y disrupción en los modelos de negocio.
Es una nueva expresión, pero, por supuesto, no es un hecho nuevo. Aunque se le haya llamado de distintas formas a lo largo del tiempo, es un camino y labor permanente en el que cabe señalar algunos hitos en los últimos 40 años: en los años 80 sale el primer ordenador personal y se informatizan tareas; en los años 90 los ordenadores personales entra en los hogares y se lanzan las Web; en el año 2007 se lanzan el iPhone y comienza un cambio de plataforma para pasar del ordenador personal al móvil, y están llamando a la puerta la inteligencia artificial, internet de las cosas y la hiperconectividad.
La digitalización está suponiendo muchas cosas, y todas muy importantes, incluso para las empresas pequeñas porque el avance de la tecnología y el abaratamiento de costes han puesto a su alcance todo tipo herramientas, muchas de las cuales no existían hace diez años y que han propiciado:
- Que cada vez sea más fácil copiar nuestros productos. No hay sector que quede libre a la desaparición de las barreras de entrada.
- Que la distancia no sea una limitación para vender.
- Que los clientes cada vez tengan más fácil acceder a todo tipo de información
- Que los clientes sean los que eligen su empresa sin guardar la lealtad de otras épocas.
- Que la democratización en el acceso a la tecnología y la madurez de muchas disciplinas técnicas está reinventando todos los empleos.
Con todo, la transformación digital de las empresas no es tarea fácil porque hay factores internos que frenan los procesos de cambio:
- La cultura de la empresa a la hora de explicar o imaginarse el producto. La cultura organizacional debe cambiar para incluir la mentalidad transgresora y creativa de los intraemprendedores
- Los canales de relación con el cliente han cambiado. Si no estás en las redes como pez en el agua puedes estar perdido.
- Entender que las nuevas tecnologías solo están al alcance de los iniciados.
- La tecnología no siempre es el mejor aliado, sobre todo si se hace imprescindible y no un compañero de viaje. No se necesitan gurús sabios y aislados, se necesitan iguales con los que resolver, en equipo, los problemas.
- Visión cortoplacista, si no hay resultados inmediatos.
- La rigidez burocrática, para que todo siga igual, y el temor a fracasar en la innovación suelen ser dos potentes y ocultos lastres al progreso.
Estamos no sólo ante un reto tecnológico sino frente a algo mucho más importante y de mayor alcance, que afecta de lleno a la cultura de nuestra empresa. El reto fundamental en la Transformación Digital está, como en cualquiera otro cambio, en la mentalidad y miedos de las personas. Es con, la apertura de mente y colaboración entusiasta de la mayoría de nuestra gente, con el presidente al frente, con quien hay que dar los primeros pasos de los procesos de digitalización en las empresas.
Pero que no cunda el pánico no es más complicado que usar un iPhone, tarea al alcance de cualquiera. Hoy, como siempre, las ciencias adelantan que es una barbaridad, las tecnologías digitales son solo herramientas que permiten relacionarse mejor con el cliente y competir de forma eficaz en mercados en constante evolución. Eso es lo que tenemos que tener claro e ir incorporando las herramientas y sistemas, que más nos ayuden a ello.