En 1995, Linda y Javier se planteaban la posibilidad de mudarse de Barcelona donde habían vivido los últimos 10 años, para afincarse en Las Navas, un pueblo de 5000 habitantes en Jaén.
La pareja llevaban nueve años casados y tenían dos hijos: Francisco, de nueve años, y Yolanda de seis. Se habían conocido haciendo un Master en una escuela de negocio de prestigio en Barcelona. Linda, estadounidense, tenía una buena posición y ganaba un buen sueldo como Directora de Marketing en una agencia de publicidad importante. Javier, después de haber vendido sus negocios en octubre, había empezado a montar una constructora con un amigo suyo en Barcelona. Sin embargo, su sueño era volver a Las Navas para ocuparse de su finca que era una herencia de su padre.
La cuestión había creado una cierta tensión y aunque sabían que tenían que tomar una decisión, a menudo evitaban el tema. Finalmente y con el objetivo de ver las cosas con más claridad, acordaron pasar una semana “de prueba” allí.