A finales de 2012 Deoleo era el líder mundial en comercialización de aceite de oliva envasado con marca. Uno de cada cinco litros de aceite de oliva que se consumían en el mundo procedían de alguna de sus fábricas y sus marcas tenían un liderazgo en los mercados más importantes, como España, Italia y Estados Unidos: Bertolli, Carbonell, Carapelli, Koipe, Sasso...
Pero la empresa había vivido una grave crisis institucional y financiera entre 2009 y 2010. El grupo agroalimentario SOS-Cuétara, con un enfoque regional, multiproducto y marquista se había segregado, quedando la matriz enfocada únicamente en el negocio del aceite, en el que tenía una posición privilegiada, pasando a denominarse Deoleo. Como consecuencia del proceso de reestructuración la gestión se veía condicionada por los términos acordados en el contrato de refinanciación con la banca acreedora. Así pues, el equipo directivo de Deoleo se enfrentaba al doble reto de crecer y desarrollar sus marcas al mismo tiempo que debía reducir su endeudamiento y recuperar el valor para los accionistas. ¿Qué podían hacer? ¿De dónde obtendrían los recursos necesarios para invertir?